lunes, 16 de junio de 2008

El futbolista que luchó contra la cruz gamada

Por Francisco Ortí.-

Este lunes Austria y Alemania se enfrentarán en busca de un puesto en los cuartos de final de la Eurocopa y recordando los acontecimientos que durante los años les han unido tanto deportiva como históricamente. El protagonista de una de esas historias, tal vez la más triste de todas, fue Matthias Sindelar, un futbolista capaz de luchar contra el nazismo armado únicamente con un balón.

Sindelar fue un futbolista austriaco de los años 30 que formó parte de la mejor selección que ha disfrutado Austria en toda su historia y que fue apodada como Wunderteam (equipo maravilla) por su capacidad para asombrar a propios y extraños gracias a su gran fútbol. En equipo maravilloso, él era el mejor.

El Mozart del fútbol

De ascendencia judía y por muchos considerado el mejor jugador austriaco de la historia, Sindelar aparentaba ser demasiado frágil para ser deportista. Su desgarbado aspecto le valió el apelativo de Papierene (hombre de papel), aunque logró cambiarlo en cuanto tocó su primer balón. Pasó a ser conocido como el Mozart del fútbol. Era el nuevo orgullo de Austria.

Emulando a la precocidad del músico que inspiraba su sobrenombre, Sindelar comenzó su carrera profesional a los 15 años en las filas del Hertha de Viena, y posteriormente recaló en el FK Austria, equipo más potente del país, donde ganó tres copas en sus tres primeros años. Con la selección no tuvo tanto éxito. No había equipo que parará al Wunderteam austriaco, pero se encontraron con un rival demasiado fuerte: la política.

Sindelar tuvo su primer desencuentro con el fascismo durante el Mundial de 1934. Austria pasa por encima de sus equipos con goleadas de escándalo, pero en semifinales se cruzó con una Italia que por entonces gobernada Mussolini.

El dictador lo había preparado para que la Nazionale levantara la copa. En el encuentro ante los italianos, Austria marcó uno, dos y hasta tres goles, pero el marcador acabó reflejando 1-0 a favor del fascismo. Los goles de los austriacos fueron anulados de forma incomprensible, y los italianos recibieron el bochornoso regalo de jugar una final que posteriormente ganaron.

Guerra contra el nazismo

Los austriacos no lo habían conseguido en el 34, pero continuaron siendo favoritos para el Mundial del 38. O así sería si en por aquel entonces Austria todavía fuera un país libre. Pocos meses antes del Mundial, Austria se anexionó voluntariamente a la Alemania nazi de Adolf Hitler.

El dictador, consciente de la importancia propagandística del fútbol para reforzar el orgullo patrio, reclutó para la selección germana a los mejores futbolistas del Wunderteam. A todos menos uno que se negó a defender la swaztika aunque fuera sobre un terreno de juego. Ese valiente fue Matthias Sindelar.

Alegando lesiones o enfermedades Sindelar fue esquivando las convocatorias del Führer. Estas negativas provocaron que su figura encendiera las entrañas del régimen nazi, pero el Mozart del fútbol todavía no había compuesto su ópera prima contra el nazismo. En un amistoso entre Austria y Alemania para celebrar el Anschluss en el que estaba pactada la victoria de los germanos Sindelar se colgó el cartel de enemigo del nazismo.

El delantero austriaco disputó el mejor partido de su vida. Mareaba a la defensa alemana cómo y cuando quería, creaba ocasiones que fallaba socarronamente, y se divertía ante la furiosa mirada de Hitler. A final, harto de tanta pantomima marcó un golazo de vaselina y firmó la victoria para Austria. No contento con eso se plantó frente al palco y celebró el gol con una burlona danza. Jamás podría volver a jugar a fútbol.

Tal afronta le costó convertirse en enemigo público y se le persiguió hasta su muerte. El 29 de enero de 1939 fue hallado muerto junto a su esposa en su domicilio en condiciones sospechosos. Las autoridades aseguraron que se suicidó inhalando monóxido de carbono. El mismo suicidio que años más tarde sufrieron otros judíos en Auschwitz durante el holocausto nazi.

El mito

Su calidad como futbolista y más todavía su calidad como persona le han valido a Sinderlar para convertirse en un mito. Su figura, estrechamente ligada a la lucha contra el nazismo, fue agigantada todavía más por los poetas austriacos de la época que vivían en el exilio.

"Jugaba al fútbol como ninguno/ponía gracia y fantasía/jugaba desenfadado, fácil y alegre/siempre jugaba y nunca luchaba", escribió sobre él el poeta austriaco Friedrich Torberg.

En Viena todavía se puede pasear por la Sindelarstrasse, calle bautizada así en su honor, y cada año centenares de personas acuden a cementerio de Zentralfriedhof para rendirle un sentido homenaje. El Réquiem del Mozart del fútbol resuena recordando a un hombre capaz de vencer a Hitler con un balón como arma.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Curiosisima historía la que cuentas.
Se produciran aun hechos como el que has narrado de los tres goles anulados queriendo, en el fútbol actual?
Yo espero que no.

Anónimo dijo...

Preciosa y conmovedora historia. No tenía conocimiento de ella y agradezco que la hayáis compartido con nosotros.

Álvaro dijo...

Un punto negro más de los otros 6.000.000 de judíos que murieron en el holocausto nazi.Gentes como esas por suerte ya no existen tan radicalmente en el día de hoy aunque sigan existiendo regímenes totalitarios en países orientales pero ya no son tan extremadamente agresivos como lo fueron Hitler Mussolini y Franco aunque este último no se le puede comparar con los demás.
Cabe destacar que es un buen post,una lucha de un jugador contra un país entero seguro que consiguió revolucionar el mundo del fútbol durante alguna temporada.

Saludos Francisco y A lo panenka.
www.delatletihastamorir.blogspot.com

P.D:¿Intercambiáis links de los próximos posts de los partidos de España?