domingo, 27 de enero de 2008

Valiente locura

Por Francisco Ortí.-

A menudo la valentía se relaciona con la locura. Las grandes gesta del hombre son ejemplos de valentía, pero aderezados con unos cuantos gramos de locura. ¿Acaso no pensarían de Amstrong que está loco cuando quiso llegar a la Luna? ¿O de Ishikawa cuando se propuso coronar su séptima cumbre a los 71 años?

¿Y qué pensaríamos de un equipo que después de 20 jornadas tan sólo ha sumado 9 puntos y continúa creyendo en la salvación? En esa situación se encuentra el Levante. Los granotas han ganado dos de veinte partidos, marcado 13 goles y encajado 37, y pese a todos estos desalentadores números creen en el milagro.

No todos en el Levante creían en la salvación. La fuga de los incrédulos ha supuesto una limpieza en un vestuario que sólo ocupan los creyentes. Savio, Riganó, Storari eran jugadores que han conseguido mucho en el fútbol, pero faltos de fe para llevar a cabo una misión que requiere demasiado sacrificio, puesto que además de a la crisis de resultados los jugadores deben hacer frente a una crisis económica que les impide cobrar sus sueldos.

Los líderes de este proyecto de gesta son jugadores más humildes. De los que no tienen problemas para encontrar sitio en su casa para colocar los títulos. Jugadores como Iñaki Descarga o Luis Manuel Rubiales, que se dejan la piel en cada jugada aunque no estén recibiendo ni un euro por ello. Para ellos el honor es lo único que importa cuando saltan al campo.

Además, cuentan con otro hombre de inquebrantable fe. El italiano Giovanni de Biasi ha visto como sus compatriotas abandonaban el barco, pero él sigue al frente y decidido a aguantar hasta el final, desoyendo los cánticos de sirena que le llegan de Italia, donde tiene varias ofertas.

La empresa es difícil, casi imposible. El Levante deberá hacer una segunda vuelta de Champions League y lo más probable es que no lo consiga, pero morirá luchando. Valientes locos.

Foto: Goal.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

todo esto se resume en que en el mundo del fútbol, los trabajadores y los jugadores con ambición e ilusión tienen sitio, y que si sobran algunos, esos son los que no tienen ganas de correr ni el sentimiento de tener que responder a su hinchada.
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