miércoles, 30 de abril de 2008

Poder Blue (3-2)


Por Francisco Ortí.-

Chelsea-Liverpool (3-2)

Sangre, sudor y lágrimas le costó a Lampard y a su Chelsea superar a un Liverpool de fe inquebrantable que lo dio todo. Fue un partido intenso que no se expondría en un museo de arte, pero en el que ninguno de los dos contendientes concedió tregua, y luchó hasta el último minuto. El orden defensivo Blue y la potencia animal de Drogba se impusieron y condujeron al Chelsea a la final de la Champions League.

El partido comenzó con la imprecisión como recurso estilístico. La presión agarrotó las piernas de los futbolistas, provocando un fútbol rígido y carente de ideas. El balón, que apenas pasó por los pies de los organizadores, se movió sin claridad y casi siempre repitió el mismo camino. O buscaba en largo la velocidad de Fernando Torres, o volaba para aprovechar la potencia de Didier Drogba.

Tras estos primeros minutos de nerviosa torpeza se disipó la niebla y se pudo entrever cual sería el papel de ambos equipos. El Chelsea regaló la posesión del balón al Liverpool, pero no el control del partido. Los Blues, al estilo de la mejor Juventus de Fabio Capello, presionaron con medidas oleadas, cerrando todos los huecos e impidiendo respirar y pensar a los Reds.

El Liverpool no consiguió encontrar el modo de transformar su estéril dominio del balón en llegadas peligrosas al área en la que Petr Cech había levantado su muralla. Únicamente las intermitentes apariciones de Xabi Alonso aportaban algo de sentido al ataque Red, que habitualmente se empotraba contra la defensa del Chelsea por su insistencia en entrar por el centro.

El Chelsea no hacía ruido. Se dejaba dominar como un león que duerme con un ojo entreabierto antes de atacar a su presa. Pero no fue un león quien atacó contra la yugular del Liverpool, sino un elefante. El rey de los elefantes. Didier Drogba. A los 33 minutos, el marfileño fusiló a Reina tras aprovechar un rechace que le concedió el portero español tras desviar un disparo de Kalou.

La defensa del Liverpool, una zaga que se caracteriza por ser una de las más organizadas y trabajadas de Europa había hecho aguas en el peor momento. Un simple pase en profundidad entró con la misma facilidad con la que un taco se clava en el verde. Arbeloa se dejó ganar la espalda, Carragher no hizo la cobertura, Hyypia se quedó colgado y rompió el fuera de juego. Tantos errores que Drogba no tuvo más remedios que castigarlos mandando el balón a la red.

Otra vez The Kid

Tras el descanso se esperaba que se produjera unos de esos milagros que Rafa Benítez logra obra cuando entra con sus jugadores a los vestuarios en un partido que tiene muy cuesta arriba. Y lo logró. Le costó, pero lo logró.

El Liverpool pasó momentos de agobio ante la firmeza defensiva del Chelsea, que se encontraba muy cómodo sin balón. Los Blues tenían el partido controlado, pero entonces Benítez hizo un cambio, a primera vista irrelevante, pero que acabó siendo decisivo. Kuyt, que estaba en la banda derecha pasó a la izquierda, y Benayoun hizo el camino inverso.

Nada más realizarse el enroque de interiores, el israelí recibió en la banda derecha, tiró la diagonal, sorteó las piernas que salían en su caza, y asistió para Fernando Torres, a quien no le temblaron las piernas. Con un disparo cruzado, certero y colocado hizo estéril la larga estirada de Petr Cech. Jaque mate.

El gol de The Kid no entraba en el guión del partido que había escrito el Chelsea y tener que improvisar no le sentó demasiado bien. La ordenada defensa azul se derrumbó ante la inquebrantable fe del Liverpool, que no estaba en Anfield, pero jugó como si lo estuviera. Y es que nunca camina solo.

El Liverpool se había pasado casi 70 minutos sin ideas. Cegado por el buen trabajo del Chelsea. Pero en el tramo final del encuentro el paisaje fue antónimo. Los Reds atacaban con insistencia y sin descanso, mientras que los Blues, asustados por la determinación del rival, achicaron balones lo más lejos posible de su área. La prórroga estaba cantada.

En el nombre de la madre

El tiempo extra comenzó con un Liverpool volcado. El balón rondaba la portería de Cech sin encontrar la red. Primero un peligroso centro de Riise no tuvo rematador ni suerte en el rechace. Luego un remate con el hombro de Hyypia al saque de un córner se marchó fuera por muy poco. Los rostros de los aficionados asistentes a Stamford Bridge hablaban por sí solos. La estricta seriedad inglesa desapareció y pocos aguantaban con las uñas intactas.

En una de las pocas apariciones del Chelsea en la mitad del campo del Liverpool Essien, para quien la palabra cansancio desapareció hace tiempo de su diccionario, recogió un rechace en la frontal del área y con gran potencia lo envió al fondo de la red. Pero no fue legal. Al menos a ojos del árbitro que decidió anularlo por fuera de juego posicional de Drogba.

La polémica estaba servida, pero Hyypia se encargó de librar al árbitro de las protestas de los jugadores del Chelsea al cometer un claro y estúpido penalti que Frank Lampard se encargó de materializar al mismo tiempo que metía al Chelsea en la final de Moscú. La celebración entre lágrimas del ocho Blue tuvo una clara dedicatoria. Su recientemente fallecida madre.

El Liverpool, con Fernando Torres mirando desde el banquillo, volvió a la carga en busca de un segundo gol, pero encontraron el tercero del Chelsea, obra de Drogba. El marfileño aprovechó una asistencia de Anelka para sentenciar la semifinal sin piedad y regalar unos minutos de tranquilidad a los seguidores Blues. De nada sirvió el gol final de Babel, con la sorprendente colaboración de Cech. El Chelsea estará en la final de Moscú. El United le espera.

Foto: Goal.com

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es curioso que lo que no ha podido conseguir Mourinho en casi cuatro años lo haya conseguido un Chelsea del que decían iba a ser el año más catastrófico de la era Abramovich. Con un técnico en el banco que antes se ocupaba de las millonarias finanzas del ruso los londinenses ponen los pies en una final que Mou no pudo presenciar ni con más de 500 millones gastados en tres temporadas. Una barbaridad pero ya se advirtió que dar al Chelsea por muerto, con la calidad que tienen, es un suicidio.

Volvió el Drogbá más decisivo, con dos goles que ponen en deshaucio un Liverpool que ya no se salva de la quema. Llegan otra vez los rumores y veremos que pasa con Rafa.

Un saludo !

Alejandro dijo...

Y dejo el dato por si interesa. Roman abramovich se ha gastado sumando todos los gastos 920 millones de euros:175 en la compra del chelsea, 535 en fichajes y 190 en sueldos, asi que ya era hora de que consiguieran algo importante en europa.

Pues finalmente los de Avramt Grant se hicieron con el triunfo, en un partido carente del fútbol vistoso de la escuela inglesa, pero con grandes dosis de espectáculo y de emoción. El partido segun mi opinion tuvo distintas fases.

El partido empezó con el domino del Chelsea, conducido por un Ballack más participativo que de constumbre, el cuadro de grant tuvo mayor firmeza, con un Liverpool impreciso y falto de imaginación, llevado por un Mascherano errático, y con un Alonso con demasiada vocación ofensiva.

¿Lo unico realmmente emotivo? La prorroga, con una partido de ida y vuelta, sin Torres, y con un Drogba inmenso.

Un saludo
http://pasionsevillista.blogspot.com