lunes, 17 de marzo de 2008

Sin confianza en Koeman

Por Francisco Ortí.-

Si hay un equipo español que aparezca con insistencia en la historia reciente del Valencia ese es el Sevilla. Rafael Benítez ganó en el Sánchez Pizjuan su segunda liga como ché. Juan Soler debutó como presidente ante el Sevilla, del mismo modo que lo hizo este fin de semana Agustín Morera. El Sevilla también fue quien puso fin a la etapa de Quique Flores en el banquillo valencianista y, en la misma temporada, puede haber hecho lo mismo con Ronald Koeman.

Y es que el técnico holandés ha perdido el poco crédito que le quedaba. Sus números al frente del banquillo valencianista son desoladores –tres victorias en 17 jornadas-, pero peor todavía es la imagen que ofrece el equipo. Sin fe, sin alma y, lo que es peor, sin ambición. La confusión impera en Mestalla. Tanto que a la conclusión del partido la afición está tan aletargada que ya no tiene ni fuerzas para protestar.

De hecho, lo único que mantiene a Koeman todavía atado al banquillo ché es la vuelta de las semifinales de la Copa del Rey ante el Barcelona y los 10 millones de euros que costaría destituirle a él y a sus ayudantes José Mari Bakero y Tony Bruins Slot.

Pese a todo, y puesto que es más que obvio que la confianza en Koeman es nula y que ni el propio holandés se ve la próxima temporada en Valencia –sus declaraciones parecen más destinadas a salvar su honor que a motivar al equipo- no veo sentido a que continúe sentándose en el banquillo.

Por supuesto, no se puede cambiar de entrenador poco días antes de un partido tan importante como el del jueves, pero lo más conveniente sería que se pase o no la eliminatoria se cambiara de entrenador. O, al menos, no continuar planificando la temporada siguiente en función de peticiones de Koeman.

Si el Valencia acaba logrando el pasaporte a la final de la Copa del Rey no debería cometer el error de cambiar de idea respecto a Koeman. Si ya se ha perdido la confianza en él no puede cambiar todo por un solo partido. Es más, el holandés debería marcharse con más razón si se logra la clasificación para la final. Sería el partido más importante del año y habría que prepararlo al menos creyendo en lo que se hace.

Si la afición no cree en él, el club y los jugadores tampoco, ni él mismo cree en su proyecto ni en su 4-3-3. ¿Para qué prolongar la relación?

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