miércoles, 30 de abril de 2008

Poder Blue (3-2)


Por Francisco Ortí.-

Chelsea-Liverpool (3-2)

Sangre, sudor y lágrimas le costó a Lampard y a su Chelsea superar a un Liverpool de fe inquebrantable que lo dio todo. Fue un partido intenso que no se expondría en un museo de arte, pero en el que ninguno de los dos contendientes concedió tregua, y luchó hasta el último minuto. El orden defensivo Blue y la potencia animal de Drogba se impusieron y condujeron al Chelsea a la final de la Champions League.

El partido comenzó con la imprecisión como recurso estilístico. La presión agarrotó las piernas de los futbolistas, provocando un fútbol rígido y carente de ideas. El balón, que apenas pasó por los pies de los organizadores, se movió sin claridad y casi siempre repitió el mismo camino. O buscaba en largo la velocidad de Fernando Torres, o volaba para aprovechar la potencia de Didier Drogba.

Tras estos primeros minutos de nerviosa torpeza se disipó la niebla y se pudo entrever cual sería el papel de ambos equipos. El Chelsea regaló la posesión del balón al Liverpool, pero no el control del partido. Los Blues, al estilo de la mejor Juventus de Fabio Capello, presionaron con medidas oleadas, cerrando todos los huecos e impidiendo respirar y pensar a los Reds.

El Liverpool no consiguió encontrar el modo de transformar su estéril dominio del balón en llegadas peligrosas al área en la que Petr Cech había levantado su muralla. Únicamente las intermitentes apariciones de Xabi Alonso aportaban algo de sentido al ataque Red, que habitualmente se empotraba contra la defensa del Chelsea por su insistencia en entrar por el centro.

El Chelsea no hacía ruido. Se dejaba dominar como un león que duerme con un ojo entreabierto antes de atacar a su presa. Pero no fue un león quien atacó contra la yugular del Liverpool, sino un elefante. El rey de los elefantes. Didier Drogba. A los 33 minutos, el marfileño fusiló a Reina tras aprovechar un rechace que le concedió el portero español tras desviar un disparo de Kalou.

La defensa del Liverpool, una zaga que se caracteriza por ser una de las más organizadas y trabajadas de Europa había hecho aguas en el peor momento. Un simple pase en profundidad entró con la misma facilidad con la que un taco se clava en el verde. Arbeloa se dejó ganar la espalda, Carragher no hizo la cobertura, Hyypia se quedó colgado y rompió el fuera de juego. Tantos errores que Drogba no tuvo más remedios que castigarlos mandando el balón a la red.

Otra vez The Kid

Tras el descanso se esperaba que se produjera unos de esos milagros que Rafa Benítez logra obra cuando entra con sus jugadores a los vestuarios en un partido que tiene muy cuesta arriba. Y lo logró. Le costó, pero lo logró.

El Liverpool pasó momentos de agobio ante la firmeza defensiva del Chelsea, que se encontraba muy cómodo sin balón. Los Blues tenían el partido controlado, pero entonces Benítez hizo un cambio, a primera vista irrelevante, pero que acabó siendo decisivo. Kuyt, que estaba en la banda derecha pasó a la izquierda, y Benayoun hizo el camino inverso.

Nada más realizarse el enroque de interiores, el israelí recibió en la banda derecha, tiró la diagonal, sorteó las piernas que salían en su caza, y asistió para Fernando Torres, a quien no le temblaron las piernas. Con un disparo cruzado, certero y colocado hizo estéril la larga estirada de Petr Cech. Jaque mate.

El gol de The Kid no entraba en el guión del partido que había escrito el Chelsea y tener que improvisar no le sentó demasiado bien. La ordenada defensa azul se derrumbó ante la inquebrantable fe del Liverpool, que no estaba en Anfield, pero jugó como si lo estuviera. Y es que nunca camina solo.

El Liverpool se había pasado casi 70 minutos sin ideas. Cegado por el buen trabajo del Chelsea. Pero en el tramo final del encuentro el paisaje fue antónimo. Los Reds atacaban con insistencia y sin descanso, mientras que los Blues, asustados por la determinación del rival, achicaron balones lo más lejos posible de su área. La prórroga estaba cantada.

En el nombre de la madre

El tiempo extra comenzó con un Liverpool volcado. El balón rondaba la portería de Cech sin encontrar la red. Primero un peligroso centro de Riise no tuvo rematador ni suerte en el rechace. Luego un remate con el hombro de Hyypia al saque de un córner se marchó fuera por muy poco. Los rostros de los aficionados asistentes a Stamford Bridge hablaban por sí solos. La estricta seriedad inglesa desapareció y pocos aguantaban con las uñas intactas.

En una de las pocas apariciones del Chelsea en la mitad del campo del Liverpool Essien, para quien la palabra cansancio desapareció hace tiempo de su diccionario, recogió un rechace en la frontal del área y con gran potencia lo envió al fondo de la red. Pero no fue legal. Al menos a ojos del árbitro que decidió anularlo por fuera de juego posicional de Drogba.

La polémica estaba servida, pero Hyypia se encargó de librar al árbitro de las protestas de los jugadores del Chelsea al cometer un claro y estúpido penalti que Frank Lampard se encargó de materializar al mismo tiempo que metía al Chelsea en la final de Moscú. La celebración entre lágrimas del ocho Blue tuvo una clara dedicatoria. Su recientemente fallecida madre.

El Liverpool, con Fernando Torres mirando desde el banquillo, volvió a la carga en busca de un segundo gol, pero encontraron el tercero del Chelsea, obra de Drogba. El marfileño aprovechó una asistencia de Anelka para sentenciar la semifinal sin piedad y regalar unos minutos de tranquilidad a los seguidores Blues. De nada sirvió el gol final de Babel, con la sorprendente colaboración de Cech. El Chelsea estará en la final de Moscú. El United le espera.

Foto: Goal.com

Se busca entrenador

Jorge Martín Barrios.-

Uno de los nombres que, con más fuerza, han sonado para dirigir al Valencia es el actual entrenador del Racing, Marcelino. Ha estado manteniendo conversaciones con la directiva ché durante el último mes (aún estando Koeman en el banquillo). El problema está en que la directiva valencianista no acepta las bajas impuestas por Marcelino, y es que el joven entrenador quiere deshacerse de hasta 19 jugadores de la primera plantilla. Es el único requisito que exige el técnico racinguista, poder hacer el la lista de bajas.

Marcelino ya declaró a la directiva del club valencianista que no se metería en política de fichajes, que no se metería en la labor del director deportivo, pero que el debía ser el encargado de realizar la lista de bajas de cara a la próxima temporada, tal como hizo en el Recre y en el Racing. El Valencia le comunicó que no le dejarían despedir a tantos jugadores, por lo que el técnico ha roto negociaciones, y sólo las retomaría si el presidente ché le da total libertad a la hora de "despedir" jugadores.

El entrenador del Almería Unai Emery también ha sonado con fuerza, sobretodo desde la ruptura Marcelino-Valencia, pero al vasco no le gusta la idea ya que prefiere seguir creciendo como entrenador, y sabe que meterse ahora mismo en el vestuario del Valencia es un gran problema. Es un equipo apetecible pero también es un equipo que te puede hundir (pregunten a Cúper y Ranieri). Aunque la otra hipótesis es que el bueno de Emery esté esperando una oferta "Champions".

El que tiene más posibilidades de dirigir al conjunto del Mediterráneo es Gregorio Manzano. Sorprendentemente se ha colocado el primero en la carrera. Según las informaciones, el entrenador mallorquín renovó el contrato por 2 años el pasado 31 de enero, pero incluyó una cláusula que permite que el propio mister rompa el contrato, previo pago de medio millón de euros. Todo apunta a que si el entrenador balear firmó esa cláusula es porque sabía que algo había detrás, y que podía dejar de entrenar al Mallorca en verano.

Foto: Marca

domingo, 27 de abril de 2008

Mestalla acerca al Valencia a la salvación


Francisco Ortí.-

Valencia-Osasuna (3-0)

El Valencia, ayudado por el gran ambiente que se vivía en Mestalla, dio un paso al frente por la permanencia tras una contundente victoria por 3-0 ante el Osasuna. Los ché recuperaron el buen juego y, aunque todavía muestran algunos problemas en ataque, supieron matar a un Osasuna que murió tras la injusta expulsión de su portero y el consecuente penalti.

El partido comenzó con la igualdad que provocaba la falta de ambición del Osasuna y el poco acierto del Valencia en los metros finales. Los rojillos apostaron por un fútbol conservador conscientes de que si el 0-0 no se borraba del marcador durante largo tiempo el factor Mestalla se tornaría a su favor.

El Valencia, con un esquema más lógico que en los anteriores encuentros, tenía más la posesión del balón, aunque no lograba traducirla en peligro. Mata y un renacido David Silva se erigieron como líderes del conjunto ché, participando en la mayoría de las acciones de ataque.

La igualdad se rompió a los 18 minutos, cuando Villa ganó por velocidad a la defensa rojilla. Se plantó cara a cara ante Ricardo y tras intentar rebasarlo cayó derribado en el interior del área. El portero había ganado la partida al asturiano sin falta, pero el árbitro, erróneamente, señaló penalti y expulsión. El propio Villa se encargó de convertir la pena máxima en gol y poner por delante en el marcador a los ché.

A partir de ese momento el partido se convirtió en un monólogo del Valencia. El balón era blanquinegro y el Osasuna se limitaba a defender, algo que hacía con mucha seriedad y orden. Precisamente ese buen trabajo atrás de los rojillos fue lo que provocó que el marcador no se moviera durante toda la primera mitad.

En la segunda mitad, el Valencia no quiso meterse en problemas como está acostumbrado y sentenció el encuentro por la vía rápida. En los primeros compases de la reanudación, Mata anotó el 2-0 al mandar a la red un tiro libre botado por David Villa en un lateral del área.

Tranquilidad hasta el final

Este segundo tanto dejó muy tocado al Osasuna, quién tardó varios minutos en reaccionar. El dominio ché era total y pudieron ampliar la cuenta goleador si Mata, primero, y luego Rubén Baraja hubieran tenido más puntería en sus respectivos disparos. Joaquín estaba en racha y provocaba estragos en la banda derecha.

Todo indicaba que el tercer gol no tardaría en llegar, pero de repente y sin previo aviso el Valencia desapareció. Quizá por un exceso de confianza o bien por conformismo con el resultado, regaló el balón al Osasuna, que con valentía se fue en busca del gol que les metiera de nuevo en el partido.

Los rojillos, con más corazón que criterio, llegaron a acorralar en algún momento al Valencia en su área, aunque apenas crearon peligro. Los ché realizaron un buen trabajo defensivo y no dejaron lucirse a Cañizares, quien reaparecía después de permanecer a la sombra durante la era Koeman.

El final del partido transcurrió con tranquilidad y Joaquín puso la guinda cuando anotó el tercer gol a pase de David Villa tras un contragolpe. Fue un justo premio al buen hacer del andaluz en la segunda mitad. Aunque la mayor ovación de Mestalla no se la llevó un gol, si no Miguel Ángel Angulo entró al terreno de juego en los últimos minutos.

Esta victoria acerca al Valencia al "sueño" de la permanencia, mientras que el Osasuna se complica la vida. Pese a todo, los dos deberán seguir peleando hasta final de temporada. Mestalla necesitará más fiestas como la de hoy.

Foto: ValenciaCF.es

Momentos de fiesta antes del partido

Francisco Ortí.-

La afición ché está totalmente volcada con el Valencia. Los resultados no han sido nada buenos esta temporada, y los seguidores han pitado, gritado e insultado a los jugadores, entrenadores y presidentes. Pero, eso es agua pasada. El equipo necesita a la afición para escapar del descenso y ésta ha respondido a lo grande.

A lo largo de todo el día los alrededores de Mestalla han sido una fiesta. Todo comenzó con una paella que compartieron cerca de 1.000 comensales. Con el estomago lleno los aficionados se desplazaron hasta el hotel de concentración del Valencia y allí se vivió un momento para la historia.

Se había hablado durante la semana que varios aficionados escoltarían al equipo desde el hotel hasta Mestalla, pero lo que se ha vivido ha superado las expectativas. Una nube naranja, al grito de "Valencia, Valencia", se volcó con el equipo durante todo el trayecto y el recibimiento en Mestalla fue todavía más espectacular. Se coreó el nombre de cada jugador que bajó del autobús, pero, sin duda, los más aclamados fueron Cañizares, Angulo y Albelda.

En los momentos previos al partido, los aficionados, la mayoría ataviados con la camiseta naranja, caminan con una tensa calma por los aledaños del estadio. En el interior, reina la tranquilidad, las gradas todavía están por ocupar y en cada asiento se ve una banderita naranja con la que se formará un tifo de 40.000 personas.

Al son de la canción de Coti "Otra vez" Santiago Cañizares, que será titular, ha saltado al terreno de juego para iniciar su calentamiento. Los pocos presentes le han recibido como la historia del portero se merece. El Osasuna espera. Esto está a punto de empezar.

Foto: ValenciaCF.es

sábado, 26 de abril de 2008

Vuelven los apartados

Francisco Ortí.-

No se ha hecho esperar el regreso de los tres apartados. Voro ha citado en su primera convocatoria como entrenador del Valencia a Santiago Cañizares, Miguel Ángel Angulo y David Albelda. Los tres podrán volver a vestir la camiseta del Valencia este domingo ante el Osasuna en Mestalla.

Quién más posibilidades tiene de ser titular de los tres es el portero español. Cañizares defenderá la portería valencianista ante los rojillos aprovechando las ausenciasde Timo Hildebrand y Juan Luis Mora.

A parte de los dos guardametas, también se han quedado fuera de la lista Hedwiges Maduro, Javier Arizmendi, Emiliano Moretti y Fernando Morientes. Todos ellos por lesión.

La convocatoria al completo es la siguiente:

Porteros: Cañizares y Guaita.
Defensas: Caneira, Miguel, Marchena, Albiol, Helguera y Alexis.

Centrocampistas:
Albelda, Baraja, Joaquín, Edu, Vicente, Mata y Ever.

Delanteros:
Angulo, Zigic, Silva y Villa.

Foto: El País

viernes, 25 de abril de 2008

Güiza, ofrecido al Valencia

Francisco Ortí.-

El delantero del Mallorca Daniel Güiza ha sido ofrecido al Valencia para la próxima temporada. Desde el conjunto ché, que se encuentra en plena transición en la dirección deportiva, se contempla la opción de incorporar al delantero y Juan Sánchez, nuevo secretario técnico, le seguirá en directo durante los próximos partidos.

El fichaje de Güiza podría costar al Valencia menos de 10 millones de euros, aunque los ché han valorado la posibilidad de incorporar jugadores a la operación para abaratar el coste del traspaso.

Daniel Güiza es consciente de que está atravesando en el mejor momento de su carrera y le ha llegado el momento de subir un escalón más, por lo que abandonará, casi con total seguridad, el Mallorca a final de temporada. Sus agentes están trabajando en buscarle acomodo en un equipo que participe en competición europea y aseguran que el Valencia es una opción que le gusta al delantero.

Esta temporada Güiza ya se exhibió en Mestalla en el enfrentamiento entre el Mallorca y el Valencia, en el que los bermellones ganó por 0-3. El delantero fue clave en la victoria anotando dos goles y se retiró ovacionado por la afición valencianista.

Foto: El País

jueves, 17 de abril de 2008

Madrid se pinta de Naranja

Por Francisco Ortí.-

Madrid fue Taronja por un día. Humo, petardos, ruido y, sobre todo naranja. Mucho naranja. Las calles de la capital de España se tiñeron de naranja ante la masiva invasión de aficionados valencianistas con motivo de final de la Copa del Rey. Todos los seguidores, ataviados con la reglamentaria camiseta y aderezados con peluca o senyera, paseaban por las calles de Madrid con una sonrisa delatadora. "La Copa es nuestra", parecían pensar muchos.

Los valencianistas comenzaron a vivir la final mucho antes del pitido inicial del árbitro. La carpa que preparó el Valencia en los alrededores del Vicente Calderón se convirtió en el cuartel de la afición. Una ebria alegría rodeaba el ambiente. El "Xé que bo", el himno del Valencia y el de la ciudad se convirtieron en la banda sonora de un día mágico para la historia. También hubo tiempo para recordar a algunos equipos rivales o a algún ente televisivo que no goza de demasiado aprecio entre el valencianismo.

Conforme se acercaba la hora del partido los nervios comenzaban a aparecerse en los rostros de algunos, mientras que otros incrementaban el volumen de sus cánticos. Los más previsores comenzaron a caminar hacia el Vicente Calderón para no perderse nada de lo que sucediera en el interior del estadio atlético.

Los actos previos se vivieron con intensidad. Tennessee hizo recordar viejos tiempos a los aficionados más veteranos. Leo apeló al corazón con un sentido "Amunt Valencia" cantado en Valencia. Y un divertido Rodolfo Chikilicuatre, junto a sus bailarinas Disco y Gráfica, puso la guinda. Pero quien se llevó la mayor ovación por parte de la Marea Naranja fue un paracaidista que bajó del cielo portando el escudo del Valencia e hizo un aterrizaje perfecto. Minutos antes había hecho lo propio uno con el escudo del Getafe, pero tropezó al aterrizar y cayó al suelo. "Ya vamos ganando 1-0", bromeaba algún seguidor ché.

Fue un augurio de lo que pasaría minutos después. El paracaidista valencianista se mantuvo firme, mientras que al azulón le temblaron las piernas y sucumbió a la presión. Situación idéntica a la que se vivió minutos después cuando el balón comenzó a rodar. Al menos durante los primeros compases del partido.

Lo que sucedió durante el partido por todos es conocido ya. El Valencia ganó por 3-1 con un gran arranque de partido y luego hizo sufrir a su afición en la segunda mitad entregando el balón al Getafe, aunque realmente tenía el partido controlado con un potente y serio juego defensivo. Los nervios se acabaron con el gol final de Morientes, que aseguraba de una vez por todas el título para los ché.

El pitido final desató la locura en las gradas y también sobre el césped. El conjunto ché, al parecer noruego para muchos medios de comunicación, se impuso con autoridad al Getafe de España, por lo que la celebración fue doble en el lado de la grada naranja. La rabia contenida por la falta de igualdad en el trato se hizo patente y ni siquiera el rey se libró de la ironía ché.

Durante la celebración, el gran perjudicado fue Ronald Koeman. Pese a haber logrado sumar un título más al palmarés del Valencia, el holandés tuvo que volver a escuchar los cánticos de "Koeman, vete ya". Al holandés, que hasta ahora se había parecido al hombre de hojalata sin corazón del Mago de Oz, evidenció que sí tiene sentimiento y reconoció que le dolió tener que escuchar eso en un momento de alegría.

Ya por la noche la fiesta se alargó hasta altas horas. Muchos aguantaron en el Vicente Calderón hasta que los jugadores abandonaron el estadio. Entonces Berta Collado, la guapa reportera de Sé lo que hicisteis, se convirtió el objeto de las miradas y cánticos de la afición ché. Ya habría tiempo para volver a pensar en la Copa más tarde…

miércoles, 16 de abril de 2008

La eficacia ché mata al Getafe

Por Francisco Ortí.-

Valencia-Getafe (3-1)

La Copa del Rey se fue a Valencia. El conjunto valencianista sufrió de lo lindo ante un Getafe que en la mayor parte del partido fue superior, pero que pecó de inocente dentro de las áreas. Los azulones pusieron el juego. El Valencia, los goles.

El Getafe comenzó el encuentro sumido en un incomprensible letargo y le mostró el camino del gol al Valencia, que no mostró piedad. Dos llegadas y dos goles. A los cuatro minutos, Silva se marchó por la banda derecha y puso el balón en el corazón del área para que Juan Manuel Mata, el hombre clave en la Copa para los ché, batiera a Ustari con un colocado remate de cabeza.

Los azulones no reaccionaron tras el gol del asturiano y aún tuvieron que ver como tenían que recoger de nuevo el balón del interior de su portería. Fue a los once minutos, tras un córner botado por Silva, el asistente de la noche, que Alexis mandó a la red.

Este tanto se convirtió en el despertador del Getafe. A partir de ese momento, los de Michael Laudrup comenzaron a mandar en el partido, con un buen trabajo en la medular tanto en la destrucción como en la creación, y con un activo Cosmin Contra por banda derecha. El Valencia se ahogaba atrás y no podía más que achicar balones lo más lejos posible de su área.

Asedio azulón

El Getafe buscaba el gol y lo encontró de la manera más antideportiva. Moretti estaba sangrando y los jugadores del Valencia avisaron a los del Getafe que esperaran para realizar saque de banda. Los azulones hicieron caso omiso al ruego ché. Sacaron rápido, Contra encaró al herido Moretti y éste cometió un claro penalti. Granero se encargó de convertirlo para cerrar la primera mitad con 2-1 en el marcador.

En la segunda mitad, el Getafe se volcó en ataque, dejando huecos atrás, y el Valencia los intentó aprovechar con contragolpes. Así llegaron dos claras ocasiones de David Villa, pero primero le faltó puntería y luego se encontró con las manos de un, esta vez sí, acertado Ustari. El asturiano estaba más activo que en la primera mitad e incluso fue objeto de un claro penalti, que el árbitro tampoco vio, el anterior se lo tuvo que marcar su asistente.

Con el paso de los minutos, el contacto del Valencia con el balón se convirtió en algo residual. Los ché se limitaron a defender y concedieron totalmente la iniciativa al Getafe. No se equivocaron. Los azulones pisaban el campo rival con asiduidad, aunque apenas creó oportunidades de gol. Su ocasión más clara fue un disparo lejano de Granero que se estrelló contra el larguero.

Faltando menos de quince minutos para el final, Michael Laudrup echó el resto en busca de la épica remontada. El técnico danés retiró a Tena para poner un delantero más sobre el campo, a Braulio.El asedio azulón era total, aunque apenas se vieron ocasiones. Braulio puso a prueba a Hildebrand, pero el alemán reaccionó con reflejos.

El Valencia aguantaba firme atrás ante el dominio del balón del Getafe. La afición ché sufría de lo lindo, pero entonces apareció el hombre gol del Valencia, Fernando Morientes. A los 85 minutos, cuando todos esperaban que llegara el gol del Getafe, el Moro recogió un mal despeje de Ustari para sentenciar la final a favor de los ché.

La Copa del Rey, la séptima para los ché, se fue a a la orilla del río Turia gracias a la efectividad cara a puerta de los de Ronald Koeman, mientras que el fútbol volvía a negarle la gloria a un Getafe que ha hecho méritos durante el año para un premio mayor, pero le temblaron las piernas en los momentos clave.

Foto: Goal.com

martes, 15 de abril de 2008

La última Copa ché

Por Francisco Ortí.-

El Valencia disputará este miércoles ante el Getafe en el Vicente Calderón la final de la Copa del Rey. Ha llovido mucho desde la última vez que los ché se veían en una de estas, concretamente nueve años, cuando lograron alzar la Copa del Rey del 99 tras golear al Atlético de Madrid en el estadio de La Cartuja.

Aquella final está marcada a fuego en la memoria de los valencianistas puesto que marca un antes y un después en la historia de su equipo. Este título ponía un broche de oro a la era Ranieri –en su primer y fructífera etapa- pero también suponía el fin a una larga sequía de títulos y el inicio de un Valencia que viviría sus mejores años de gloria en las temporadas posteriores.

Para llegar a la final de Copa, el Valencia dejó atrás a los grandes del fútbol español. En octavos de final se impuso al Levante, en cuartos fue verdugo del Barcelona, con un Claudio López sin piedad y con un golazo por la escuadra de Mendieta que a punto estuvo de decapitar al barcelonista Sergi. En las semifinales llegó la traca, eliminando al Real Madrid y goleándole por 6-0 en Mestalla. La gran final sería ante el Atlético de Madrid en Sevilla.

El 26 de junio de 1999, el Valencia saltó al estadio de La Cartuja con la siguiente alineación: Cañizares; Angloma, Djukic, Roche, Carboni; Farinós, Milla, Mendieta; Ilie, Vlaovic y Claudio López. Un esquema similar al que utiliza hoy en día Ronald Koeman, pero que funcionaba como una máquina bien engrasada. Los tres centrocampistas, liderados por Mendieta, presionaban sin descanso, y arriba Ilie y Claudio López no tenían piedad.

El encuentro comenzó con igualdad, pero a los 23 minutos Mendieta mandó el balón al área y la inapelable pierna izquierda de Claudio López reventó el balón para adelantar al Valencia en el marcador. La jugada clave de la final, la que aparece en la mente de todos los valencianistas cuando la recuerdan, se produjo apenas diez minutos después del primer gol.

Mendieta, hasta este momento considerado como un jugador promesa, se coronó como estrella con una jugada que entró en los anales de la historia. El murciélago del escudo controló un balón con el pecho de espaldas a la portería, lo mantuvo en el aire con la rodilla y cuando parecía que no le quedaban recursos se inventó un sombrero para marcharse de su marcador y luego batir con la zurda a Molina. Todo ello sin dejar botar el balón. Una obra de arte.

En la segunda mitad, faltando nueve minutos para el final del encuentro llegó la sentencia al más puro estilo del Valencia de Ranieri. El Atlético de Madrid se volcó buscando una imposible remontada y Claudio López, ayudado por su inhumana velocidad, aprovechó los huecos para realizar un contragolpe mortal. La locura de apoderó de La Cartuja. El Valencia era campeón de Copa. La marea taronja celebraba el título y le pedía a Claudio Ranieri que no se marchara. Qué tiempos aquellos…

miércoles, 9 de abril de 2008

La amarga tradición del Barnsley

Por Francisco Ortí.-

Las tradiciones son habituales en el mundo del fútbol, pero donde más se respetan, sin duda alguna, es en Inglaterra. Allí es norma que los equipos, aficiones y jugadores se agarren a hechos históricos, supersticiones o símbolos para creer con más fuerza que pueden cumplir con un objetivo que parece inalcanzable.

Lo que no es tan normal es que se respeten esas mismas tradiciones cuando tienen un precedente negativo. Eso precisamente es lo que ha hecho el Barnsley, equipo que saltó a todas las portadas de los periódicos ingleses después de eliminar de la FA Cup a los flamantes semifinalistas de la Copa de Europa Liverpool y Chelsea.

Contra todo pronóstico, el Barnsley se plantó se las semifinales de la FA Cup y ante tan magno acontecimiento Patrick Cryne, dueño del club, tomó una decisión un tanto peculiar. Cryne pensó en repetir exactamente los mismos pasos que realizó el equipo en otro día histórico para el Barnsley, el de la promoción de ascenso que jugó en el 2000.

Así pues, el dueño del Barnsley reservó las mismas habitaciones para los jugadores en el mismo hotel en el que se alojaron en el año 2000. E incluso recuperó el mismo autobús que utilizaron hace ocho años.

Hasta aquí todo normal, o casi todo. No deja de llamar la atención lo fiel que ha sido Cryne para repetir paso por paso lo que se hizo en el 2000. Pero lo más sorprendente no es eso, sino que en aquella ocasión, en la promoción de ascenso, el Barnsley salió derrotado.

Cryne repitió habitaciones, hotel, autobús y, desgraciadamente para él, también resultado, puesto que el Barnsley cayó derrotado en las semifinales de la FA Cup a manos del Cardiff. Seguro que si tiene una tercera oportunidad, el directivo de turno del Barnsley se lo pensará dos veces antes de respetar esta amarga decisión.